Adriana Echeverria instalando la obra del Dia de la Mujer Trabajadora

Instalación Arte efímero

Los que vivimos en Marín y creemos que la ciudad podría ser más hermosa, más amigable, más de la gente; nos encontramos hoy por la mañana, día 8 de marzo, con una nueva plaza y un color dominante, el violeta.

Podría resultar previsible, incluso reiterativo. Es habitual que todo lo relacionado con la mujer sea de este color. Pero hoy el color fue una sorpresa, agradable y esperanzadora. Agradable porque aún mirando la plaza a vuelo de coche, el color se nos metió dentro. Esperanzadora porque notamos que en Marín algo se mueve, algo funciona y no todo se hace a golpe de talonario, hay cosas que todavía se hacen con el corazón.

Entre la controversia del cambio de nombre de dos calles (Jaime Janer y Calvo Sotelo, pasan a llamarse ahora Rosalía de Castro y Concepción Arenal, respectivamente), los viandantes se encontraron con una nueva-vieja plaza, la Plaza 8 de marzo, ubicada en la confluencia de Rosalía de Castro y Concepción Arenal. Plaza a la que todos llaman “la del Polymnia”, por la cafetería instalada al fondo de la plaza.

Esta plaza, homenaje a las mujeres y engalanada para su inauguración por la artista visual Adriana Echeverría, se llenó de color, de gente y de preguntas. Una oportunidad única de ver algo diferente en una ciudad acostumbrada a sus rutinas.

De color cambiaron las columnas de los edificios conlindantes, el tronco y las ramas de los árboles y hasta la farola vestía telas violetas que la hacían parecer una dama.
Entre las volutas de hierro de la farola, si uno es avezado puede ver una paloma blanca de gres que vigila desde lo alto; mojón de paso para aquellos que quieran seguir la ruta de las palomas.
Esta ruta recoge una decena de sitios donde se sitúan las palomas de barro creadas en un curso de expresión plástica organizado por el CIM, quien además realizó un plano-mapa con los edificios donde están situadas estas obras, para que la gente las busque, las encuentre y le busque un sentido al sólo hecho de caminar por la ciudad.

De gente abarrotada la plaza durante la inauguración, palabras del alcalde Francisco Veiga y de la Concejala de Igualdad Luz Santiago, ante decenas de adolescentes que venían al acto para aplaudir a sus compañeros que recibieron el premio del concurso literario que se organizó para celebrar el Dia Internacional de la Mujer.

Cientos de personas, de paso por la plaza y sorprendidos por el color de la misma, paraban, curioseaban, se atrevían a preguntar ¿que es lo que pasa?¿porqué tanta algaravía?, ¿porque tanto color?. La obra funcionaba: la gente no quedaba indiferente y se interesaba por el acto.

Mientras un grupo de mujeres marroquíes repartían gratuitamente entre el público dulces típicos, un ramillete de voluntarias entregaban dipticos sobre Rosalía y Concepción Arenal, planos de la ruta de las palomas y un texto, en parte extraído de la web de la ONU, que distribuyó la artista encargada de la obra: una plaza violeta por un día, instalación artística efímera, que quedará en las retinas de los paseantes y en los bits de los archivos digitales, porque hoy de noche, el violeta volverá a ser gris.

Pero mañana, todo el que haya asistido al cambio,  recordará el violeta y sobre todo recordará el porqué.

Recordar: del latín recordis, “volver a pasar por el corazón”. (Eduardo Galeano).
O parafraseando a Van Gogh, “El molino ya no está; pero el viento sigue, todavía”

Puedes ver el album del día dándole a reproducir o si quieres ver las imágenes más grandes puedes seguir este enlace: Ver más grande

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Este artículo, escrito por Marcelo Scapinachis está licenciado bajo la licencia
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