Mi amiga Marta me pidió unas tazas para regalar en la comunión de su sobrino David. Así que anoche sentado frente al torno, intenté repetir la misma forma una y otra vez. Creo que cada cilindro lleva la misma cantidad de barro y tiene la misma altura y diámetro que sus demás clones. Mis manos no son una máquina, pero el control numérico lo llevo medianamente bien con el ojímetro y el compás. Ahora solo queda poner las asas y un ratoncito subido en lo más alto…
Hace unos días vinieron desde Madrid a buscar unos lapiceros especiales, unos llenos de figuritas, en fin, que no quedaron mal y creo que los niños quedarán contentos cuando se los regalen.
El taller todavia está abierto para nuevos encargos, podéis pasaros en cualquier momento, previa llamada, no vaya a ser que justo en ese momento, no estemos trabajando.